viernes, 23 de marzo de 2012

El problema de los Corazones

Un corazón sale de su tumba a las 20h de la noche. Salta dando tumbos y supurando mocos por la escalera mientras recita a Beckett, todo a una velocidad inicial de 8'3 km/h.

Al mismo tiempo, pero más tarde, otro corazón desazonado sale de su cripta a las 20:32 en dirección opuesta y oblicua al primero pero con un imperdible menos y una razón de más, necesita cariño. Su latidos lo arrastran a 12km/h.

Entre ambos hay una distancia estimada de 3 parejas, 100 errores, 2 decepciones y una barca que olvidaron arañar. Es decir toda una vida y 1306 km.

Condicionantes del problema:

· El primer corazón lleva marcapasos.

· El primer corazón ha parado en 5 bares y dos gasolineras, 3 min en cada uno de los primeros y 10 en las segundas. Después su velocidad se encoge a partir del km 6 a causa de la tristeza y los bostezos hasta los 7km/h.

· El segundo corazón se disipa con facilidad y suele llegar tarde.

· Hay corazones malos que ponen trampas al primer corazón y se pierde por planetas y charcos huecos.

· Nieva mucho y huele a cloro.

· El segundo corazón tiene tres válvulas rotas de otras tres pedradas de otros corazones sin corazón.

· Es día 13. Todo el día.

· El primer corazón insiste que murió en Praga.

· El segundo corazón empieza a sangrar a partir del km 28, así que coge un taxi que va a 120km/h, pero después de 10km se da cuenta de que los corazones no llevan dinero así que salta blop por la ventana mientras el taxista le maldice. Se levanta y vuelve a reptar a 10km.

· Hay bigotes colgando de una cruz cada 500 metros.

· Hay ninjas africanos disfrazados de mujeres de la compra que merodean en busca de corazones extraviados para traficar con ellos y darlos a sus hijas histéricas.

· Ha habido un terremoto en la Luna.

· El segundo corazón se ha entretenido con un cuervo por 33 min.

· Suena una napolitana.

· {///}

· El segundo corazón tiene claustrofobia localizada en la vena cava inferior.

· Ningún tren ha salido hoy de Zaragoza.

¿En qué punto intermedio se encontrarán nos preguntamos?

Aquello que sí sabemos es que ambos corazones, llenos de razones y tiritas, tirarán uno hacia el otro pese a que nunca hayan bombeado sístole a diástole uno enfrente del otro. También sabemos que será una noche en la que colisionarán en un silencio que se pueda arañar. Dará igual si se encuentran en un templo kopto o en el jardín de la casa de la tía Margarita, puesto que lo harán al haber nacido con dos imanes arteriales de polos opuestos que palpitan al compás de sus nombres y que les llevará a abordarse inevitablemente, digan lo que digan los horóscopos.

Bajo la nieve y después de que se hayan embestido, empezarán seguro a sangrar del tiempo que llevaban nunca sin verse y, aunque heridos, subirán a descansar encima de un tobogán y desde allí mirarán la nevada de coches mientras se cogen de las arterias, y todo estará bien así, y la sangre bajará gota a lágrima por los barrotes de metal hasta el suelo como a cámara lenta hasta que, sin fuerzas, caigan sobre la nieve como un solo trozo de carne, uno encima del otro, muertos.

lunes, 19 de marzo de 2012

La aduana de los sueños

Una larga cola de monos azules que vuelven al trabajo. Una hilera de miradas al suelo de poco a nada y un tristres de peldaño bajo. Ni una palabra. La REALIDAD se había hecho más fuerte y los sueños se habían vuelto difícil de enlatar. Los tiempos estaban cambiando tiñéndose de azul.

Aunque si bien y de antemano no podían cavar en nuestros sueños, porqué allí no llega ni la luz del sol, las SESO sí podían esperarlos cuando llegaban con ellos al cruzar la frontera de la duermevela. Uno a uno, y desde la nueva ley de aduanas y recelos del 1812 a.C, empezaron a tener que pasar por ese registro de los sueños.

Y allí estaban todos justo antes de despertar, uno vestido de vaquero, otro de astronauta, de futbolista, con su secretaría, aquella de princesa, de revolucionario tíldico, de futbolista, malabarista, contrabandista de silencios o asesino de superiores sin anestesia. Algunos iban de futbolistas, escapistas, emperadores romanos, piratas, superhéroes, padres con hijos o hijos con padres, boxeadores, amantes exhaustos o célibes esposos, mártires o dictadores. Alguno iba con su profesora de cuando tenía 12 años, otro de líder del centollo, explorador oceánico, torero o incluso simplemente feliz. Una lista de lo que solo eran cuando no eran aquello que debían ser pero que en el fondo vaya si eran.

Y todos esos sueños yuxtapuestos en fila doble se agolpaban al llegar a la aduana de los sueños, donde una fuego ardía al lado de los sesudos realistas que resoplaban ansioso como cerdos asmáticos en celo. De a uno a otro, los paraban para desvestirlos y escupirles con gruñidos, poniéndoles después ese horrible mono azul de los lunes que tanto odiaban, y aquí os quedáis quimeras noctívagas y a la hoguera con el traje de vaquero, las plumas, la corona y todo el humo tíldico que sobrevolaba la aduana hacia el olvido. Y siempre ese mono azul. Y al salir a caminar con un yunque en los hombros y las caras que ya eran las que les habían dado al nacer de modo que iban olvidando poco a poco si se habían acostado con su secretaria o sondeado las entrañas de océanos secretos.

jueves, 16 de febrero de 2012

De perfumes y sirenas

Contexto: un sábado cualquiera de Odisea incompleta. Página 200. Una nubecilla cruza los cielos metálicos del Mediterráneo a media mañana. Una nave espacial. No hay sonido pese que vemos un crujir de hojas bajo pies. De momento todo parece apacible y elástico como un chicle macerado. La cámara se acerca a las puertas del Templo Comercial de Jerusalén, abajo en el Valle.

Personajes: Roto
Descosido
Doctor Kawiczick
Ulises
Charlie


Trama: Ulises saltó de su página 200 al tropezar con un punto y coma y se odisea perdido con Roto y compañía. Están resbalando en caída libre hacia el valle, buscando la piscina que les lleve de nuevo a la página 201. No hay suerte en martes.

A continuación: del templo comercial empieza a llegar un olor susurrante en la bemol.

A continuación: Charlie tropieza con el olor y empieza a husmear cojo, perdiéndose cuesta al lado sin remedio. Las narices del resto se ponen en luz verde semáforo.

- ¡Son las sirenas de nuevo! - Brama Ulises, a mí la tripulación (pero en griego clásico todo, claro).

- ¿Qué dice? - preguntó Roto.

- No sé, habla raro. Demasiada agua de mar y cocaína. – responde Descosido.

El Doctor Kawiczick empieza a brincar y romper rampas mientras el resto perfora y apura sus narices arriba y arriba. Sin duda algo huele extraño pero no en Dinamarca, sino en el Mediterráneo. Restan parados como cipreses mientras el olor danza sinuoso en corro en varias direcciones.

- ¡Rápido – vuelve a gritar Ulises – atadme a un árbol mis grumetes hasta que nos lleve la marea!

- ¡Cómo berrea este griego! – se queja Descosido.

Pero lo recierto es que ya están todos hipnotizados con aquel olor. Curiosidad curiosidad que mató al gato.

A continuación: ojos como platos soperos que miran en dirección al templo menos los de Charlie, que sigue oliendo cojo. Se hace una votación después de dos vueltas electorales y tres meses de campaña para decidir qué hacer. Por unanimidad nula se escoge bajar al templo, el voto de Ulises no contó al no entenderlo. Es más, cansados del héroe, lo atan a un árbol para que se calle. Algo dice de su esposa.

A continuación: la cámara se dirige al Templo, seguida de Roto, Descosido y el Doctor, a Charlie lo han perdido. Como un abanico caluroso de agosto, de golpe, se abren las puertas. Dentro, una estela de luces fluorescentes y asesinas que lanzan palidez y mármol les deslumbra y les hace retroceder. Un elenco de sirenas salen a su encuentro. Bienvenidos a la sección de perfumería.

A continuación: avalancha de perfumes y sirenas

- Prueba este perfume guapo, ninguna mujer se te resistirá- dice una sirena mientras rodea con su cola el cuerpo de Descosido.

- A mi vecina la del cuarto también? No quiero serle irresistible.

- ¿Y a mí? ¿quieres que me resista a ti o no?

Marea de carmín y pieles brillantes, un crujir de mandíbulas que sonríen y el primer hedor a pescado.

A continuación: gritos de una sirena que intentaba arrancar la camisa de Roto y ha descubierto su tercera oreja...

- ¿Tiene 3 orejas? - grita una sirena. Se llama Pisíone, lo dice una placa en su blusa.

- ¿Decías, bombón? Quédate tácita, así estás más fetén.. - responde tíldicamente para evitar ser descubierto mientras se cierra la camisa.

El Doctor Kawiczick desparrama sus gritos sobre el suelo reluciente y trata de huir arrastrándose, pero las colas de las sirenas le cortan el paso. Más y más pestilencia, las muestras rellenan cada segundo el aire ya malsanamente perfumado. Se avecinan arcadas y Descosido se baja su txapela hasta la nariz para evitar el arrullo de las colas de pez. No gracias, no gracias. Pero Roto empieza a dudar, platicando con Pisíone bajo un fluorescente agrietado, envuelto por melosas rociadas amorosas.

A continuación: tufo y colas, sudores fríos de Descosido y el Doctor colgado de un cartel publicitario donde aparece un futbolista en calzoncillos. Esto no es lo que tenía que ser. “Esto es el gran Templo Comercial y de aquí no sale nadie”, susurra Teles al oído de Descosido, que mira a Roto ya caído en los brazos de Pisíone, y se mece rodeado de frascos y rizos como serpientes.

Reducción de espacios, reducción de aire. Sudor y confusión, todo se va volviendo raramente real, y hasta se sudan los sueños. Más y más sirenas con sus placas, Telxínoe, Agláope, Melpómene... El doctor llora hasta perfume y Roto queda parapetado por un naufragio de colas estridentes. Descosido huele hasta a saldos de fin de rebajas y se teme lo peor, puesto que Roto es enamoradizo como buen soñador y el corazón le arrastra hasta la punzada.

Y allí de pie, Descosido piensa en Ella, solo en Ella. Cree en Ella y de allí saldrá solo con ese pensamiento. Fija la sonrisa de Ella como un mantra y avanza esquivando los coletazos heliceáceos que van y vuelven. Sangre en la nariz. Sonrisa en la playa, sonrisa en una trinchera.., Roto, hay que sacar a Roto de allí, no saldrá sin él. Las placas resuenan y el carmín le ciega con su brillo pero persiste la sonrisa de Ella. Una cola tímida y caída, esparcida entre escamas anuncia al Doctor Kawiczick llorando en el suelo. Mono al hombro y Descosido repite y repite la única fe que tiene en su cabeza.

Allí en el centro de todas las sonrisas elásticas hasta las orejas está Roto con los ojos hundidos en lo profundo de un océano de perfumes y cucamonas.

A continuación: a grandes problemas soluciones complejas. Descosido agarra al Doctor y le quita sus botas de cuero humano. Despega sus calcetines humeantes y los taladra en las fosas nasales de Roto. Dolor y aullidos. Roto vuelve en sí y mira a Descosido como a un tótem. Ha vuelto.

A continuación: Con calcetín por bandera, los tres accidentales héroes griegos ahuyentan a las sirenas que no se atreven a sonreír ante tamaña aversión cosida. Juntos, bien juntos llegan hasta la puerta del templo ante la maldición de Teles, quien llora enamorada, por fin, de Descosido. Abren la puerta y maldicen hasta el sushi. No volverán ni en rebajas.

Al cerrar las sirenas se amontonan sedientas de hombre contra el cristal. Teles vuelve a su lugar de trabajo y maldice el amor y las sirenas. Ocultará su amor hasta el final del libro.

Conclusión: la cámara se fija en las espaldas de nuestros héroes, caminan exhaustos como el brillar de las estrellas. Primer plano a Roto:

- Muchas gracias, sin ti me hubiera quedado allí dentro – le dice a Descosido.

- Tú habrías hecho lo mismo, lo sé. Además da las gracias a Ella, no a mí. Es por Ella que quise salir.

- Hoy soñaré con vosotros.

Y el Doctor Kawiczick sonríe y escupe al suelo.

Un sudario se empieza a deshacer al mismo tiempo que la página 200 se termina en un árbol anclado para siempre. Penélope seguirá en la 201.

Fundido en negro.

domingo, 1 de enero de 2012

El bulevar de los sueños Rotos. Premio Nobel de Castillos en al aire.

¿Cómo contar algo que se soñó en el intervalo de un ronquido descantillado y apnético? ¿cómo acabaría algo que ni en su mitad tuvo sentido ni consuelo? Aun así todos tenemos nuestras magdalenas y consuelos.

Entre bosques barbudos y ramas canosas de puntas refinadas, Roto se abría paso a gorrazos y zanahorias. Era el atardecer en palacio y un reloj sombreaba el tiempo con mala baba, era tarde. Dentro, una banda de mapaches eléctricos chasqueaba una comparsa que hacía tambalear a los antifaces con corbata y monóculo en los dientes. Y es que ese parecía el gran día esperado por cualquier hijo de vecino arquitecto que anhela y no sueña porque soñar ya sueña ahora Roto: le daban el premio Nobel de arquitectura de castillos en el aire.

Sin lugar a Judas, duros habían sido los competidores, pero eso Roto no lo recordaba mientras los aplausos se derramaban como guirnaldas verbeneras. Sólo recordaba todas las tardes que pasó panza al sol mirando y reconociendo las nubes con sus arcos, sus bóvedas imantadas de vapor, los huecos y sus problemas de silesio. Es más, les hablaba, las olía y las esperaba a discreción por vocación que no por indigestión, y todo eso sin sal, construyendo escaleras vacías hasta ellas. Todo eso pensaba Roto y en cómo le echaron de la facultad y perdió su beca al mismo tiempo que goteras de elogios caían a sus pies, encharcando la alfombra azul llena de zapatos negros.

Vertiginoso resultaba el sonido de los muslos de las viejas cacatúas chocando, como el de los viejos carcomidos que lanzaban cañonazos que hacían saltar algún que otro pecho que caía gelatinoso, blop, salido de un escote anarquista. Y mientras Roto, siempre Roto, más castañuelado que una perdiz, más perdiz que gavilán y los ojos bailando un fox-trot, pudo llegar hasta el atril en el mismo momento en el que las manos empezaban a quedarse afónicas. E incluso las arañas impostadas en sus palcos esperaban tamaño discurso de menudo personaje, el cual salió telegrafiado a cañonazos:

“De las nubes en los charcos y los charcos en los baños aprendí que hay cosas tangibles y físicas, hay el costillar de un buey y los taxis, hay escuelas cuadradas y cuadradas esquinas. Pero hay también la geometría de lo que no es, de aquello redondo por sus cuatros costados y hueco como un grito. Yo elegí lo segundo, elegí lo vacío porque lo vacío no te puede atrapar, elegí no caer en ningún cubo ni achicar mis lados, ladear solo el timbre de mi pensamiento para que no se diera de bruces con vosotros, hacer saltar mis castillos hasta el aire para volarlos al caer.

Mis castillos se hicieron de arterias con averías, de hilos de espuma y laurel. Y sin paciencia ni metrómo.

Todo empezó en la facultad, con una nube que bostezaba en el patio y que ajunté a otra y a otra y a otra de más allá a base de vocales y pedazos de cartón de bingo con todos los números el 22, les vomité un sueño y quedó todo mal. Así que lo dejé y seguí al instante, porqué más vale castillo en el aire que pozo en el lodazal.

Y sin compás ni diptongo seguí construyendo para demostrar que aún con alas quebradas, barcos ebrios o molinos iracundos, uno siempre podrá encontrar otro sitio a más de 10.000 metros sobre la tierra desde donde poder escupir sobre la calva de los cretinos. Todo eso pasó o me lo contaron, y después ya vino lo de las volutas y las plaquetas YTONG de 7cm de espesor y todo se fue por los suelos; y menos mal de mi ángel de la guarda y su avión de hélices que me permite todavía volar y ver las ruinas de aquello que solo intuí ver y nadie puede escuchar.

Y aun así siempre tuve un sueño..”


Sueño² de Roto:

“Soñé con perpetrar una fábrica de nubes, el Henry Ford de los nubarrones, una fastuosa superproducción sin niños ni monjes, una simple y bella facturación espumosa que cubriera dedal a dedal todo el cielo creado desde el verbo y estuviera edificado donde nunca nos vieron, aunque estuviéramos. Y arropar todo el firmamento hasta que no nos dejara ver todo eso que hay debajo, toda esa realidad que nos grita con árboles en punta y farolas que se van a disparar. Blindarnos de las cucharas para enterrarlo todo en algodón y descansad sin paz allá abajo, rodeándonos después de un blanco más y más espeso que nos impidiera ver al vecino puesto que a la semana sería un vecino más que se volvería real. Olvidarnos de todo lo que viéramos y que nada fuera reconocible, y dejar que el blanco se extendiera hasta que fueran nuestros pies el horizonte y el muro de nuestras palabras, consumirnos hacia dentro hasta desaparecer en un parpadeo que no molestara ni doliera a los demás, desvanecerse anónimos dentro de una nube que se desperezaría en la primera hora de una mañana con sacarina”.

miércoles, 6 de julio de 2011

Tristes desencuentros nocturnos

Jean y Julie sólo eran dos más dentro de la colección de nombres que configuraban la relación de amigos de Roto y Descosido además de otros tantos que nunca se manifestaban por ser recatados o por no existir. Entre estos también estaba Nora, que traía todo el tiempo con su falda escocesa, y Merel que siempre se disculpaba -pobre Merel, no tuvo la culpa-. Aquel era el tiempo compuesto en el que Roto recitaba castillos insecticidas y Descosido tamborileaba tangos suizos mientras todos aullaban como vikingos castadros. Pero todo eso fue como todo lo fue antes de cambiar y dejar de ser, y el hecho es que pese a que tenían que encontrarse unos a otros terminaron por desencontrarse otros a unos, así es.

Y recuerdan que allí estaba Charlie, que olía cojo. Daba igual dónde estuviera o en que luna hubiera caído, siempre olía cojo. Se acercaba a la rebeca de su tía Asunción y ésta le olía a cojo, ante el gazpacho casero de Svetlana se confesaba sintiendo un hedor a cojo terrible, atravesaba avenidas perfumadas de piruletas y le llegaba un aire a cojo sistemático, olía a cojo sin descanso. Pero es que desde pequeño ya tropezaba de nariz y lo decía la tía Asunción que si no vigilábamos ese niño iba a terminar por oler cojo. O también estaba Julie, que era una exploradora volátil de canciones, dándoles a todos un trabajo de aúpa cada vez que se perdía durante semanas entre boleros y milongas. Simplemente se encerraba allí y buceaba entre corcheas hasta que un día la punta doblada de una semifusa cortada la hizo desaparecer entre canciones de marineros y adiós hasta la vista te quedaste en un nombre.

Resumiendo o lloveré, que allí se reunían para deshacer iglús mientras a Jean le daba por hacerles fotos decimonónicas donde aparecían todos con capa y espada y parecía que incluso podían pasar esa frontera de los dientes sucios y la tímidez postiza. Pero no, ese era ya el tiempo feliz del París de los años 30 y hasta Vian se pasaba por allí disfrazado con un cornetín y un cuentito. Pese a ello los desencuentros llegaron y perduraron, las citas se espaciaron y la REALIDAD dio gota a gota con cada uno de ellos, como una constante percusión de olvido, y se prohibió sonreir o cazar ballenas en cada Café (con mayúsculas, como lo justificó Gómez de la Serna). Y esos amigos que nunca existieron llegaron por desaparecer y el pobre Merel no tuvo la culpa de como terminó todo, mientras que Charlie tuvo que esconder su cojera como Roto su tercera oreja, y ya se camuflaron de normales para no llevar la dichosa estrella en su brazo. Y de la metafísica del silencio se pasó a la práctica del arroz con leche. Mientras que de esos encuentros solo quedó el anhelo de haber entrevisto el amanecer de un tiempo que nunca fue dejándoles a todos con el culo al aire y las orejas bajo la camisa. Al poco los centuriones empezaron a cruzar las avenida y ya sabemos lo de Sócrates.

Y claro, estaba lo de la REALIDAD, que fue llegando y a Nora no se la vio nunca más con esa minifalda tan sugestiva, y ¡ay! pobre Merel. Dicen que Nora se fue con un oficial Real y que Jean vendió su máquina de fotos por un cronómetro de trabajo, que se quemaron las servilletas y se olvidaron los castillos mientras Roto y Descosido paseaban de Café en Café desencontrando ese tiempo en el que soñaban llegar a Oz y pedir la resurrección de Nerón. Pero de eso ya sólo se acuerda alguna colilla amputada de un cenicero descantillado, y así sucesivamente.

domingo, 5 de junio de 2011

Roto y Descosido. Los diarios de Descosido

(escrito a Ella, que no está)

24 de Abril. Llueve.



"Porque no quiero que cambies ni un ápice sino que continúes así igual de como eras cuando colisionamos ya hace lustros. Puesto que antes de conocerte y saber tu nombre ya me había rendido a ti y ya sabía al dedal quién serías al llegar. Y no, no me decepcionaste puesto que también me estabas buscando: llegaste durante la tormenta de letras y acentos con tu nuca y una sonrisa que mandaron mis penas a callar, abriendo una ventana a un tiempo en que ni los parches tenían nombre ni mi odio sentido.

Y aprendí contigo que el camino del amor no es otro que el de la propia capitulación, puesto que es en el desierto y no en el paraíso donde nos reconocemos, siendo el amor ese sentimiento que nos descubre en nuestra rendición, mostrándonos lo que no sabíamos ser y escondimos bajo sombrero esquivo. No hay mayor amor que el de aceptarse irrisorio. Si me entrego a ti no pierdo porque no me conquistas sino que derrumbo mis puertas para dejarte entrar victoriosa, dejo demoler mis errores para que los reconstruyamos.

Por eso, no cambies ni un ápice.

Pero también entendí que si un día decides cambiar y ver el mundo te echaré por fin, y tranquila mi amor no te preocupes porqué montaré guardia durante el glaciar. Entonces, y ya sola. bajarás al valle más oscuro y cruzarás los bosques más densos, beberás venenos y cazarás bisontes, subirás las montañas más heladas y bailarás con las estrellas. Y cuando te canses y ya no te quede aliento ni nada por conocer, y decidas por fin girar tu cabeza para descansar, allí estaré yo, detrás de ti, con una flor en mi ojal y una sonrisa por sombrero.

Y es de este modo como ya lo tengo decidido y para siempre: ves por tu camino, que yo haré el tuyo también”.

martes, 31 de mayo de 2011

Roto y Descosido. La teoría condicional de los amores veraniegos y los soñadores del Dr. Kawiczick

Consideremos un cuerpo A que contiene 4 amores disfrutados y 5 amores frustrados. De los 4 disfrutados, 2 eran platónicos y 2 veraniegos y de los 5 frustrados, 4 eran platónicos y uno solo veraniego.

Supongamos que ese sujeto común y con olor mineral se enfrenta a un nuevo estado amoroso y, sin que hayamos escuchado al cuerpo ni visto el resultado de sus hazañas ni olores, alguien nos dice que será una amor disfrutado, ¿cuál es la probabilidad de que sea un amor veraniego?

Sean los sucesos A: “amor veraniego” y B: “amor platónico”, claramente sería P(A)= 3/9=1/3 y P(B)=4/9.

Aunque, como sabemos que el amor es disfrutado, la probabilidad de que sea veraniego es ½, ya que, de los amores disfrutados la mitad es platónico y la otra veraniego. Observemos, que al ocurrir B, el espacio de muestra se reduce. Un drama, vaya.

En general, dado un experimento y su espacio muestral asociado, queremos determinar cómo afecta a la probabilidad de A el hecho de saber que ha ocurrido otro evento B, de que hubo amores platónicos y veraniegos. Definición: Sean A y B eventos tales que P(B) > 0, la probabilidad del evento A condicional a la ocurrencia del evento B es


Ejemplos: 1) En el ejemplo anterior, P(B)=4/9 y


Más aun todavía y sin escatimar albahaca, consideremos por otro lado una población polimorfa en la que cada sujeto es clasificado según dos criterios: es o no es soñador, y pertenece o no a cierto grupo de riesgo creativo que denominaremos R. La correspondiente tabla de probabilidades es:



Soñador (A)

No Soñador (Ac)


Pertenece a R (B)

0'003

0'017

0'020

No pertenece a R (Bc)

0'003

0'977

0'980


0'06

0'994

1000


En esta población, la probabilidad de que un individuo sea soñador es P(A)=0.006 y la probabilidad de que sea soñador y pertenezca al grupo de riesgo R habiéndole dado por escribir o pintar farolas es P(A B)=0.003.

He aquí que dada una persona seleccionada al azar or un dedo omiso perteneciente al grupo de riesgo R, ¿Cuál es la probabilidad de que sea una soñadora?


Es decir que 150 de cada 1000 individuos del grupo de riesgo creativo R, son “probablemente” soñadores.

Calculemos ahora la probabilidad de que una persona sea soñadora sin pertenecer al grupo de riesgo creativo R y sea real como una zanahoria:

Es decir que sólo 3 de cada 1000 individuos no pertenecientes al grupo de riesgo R, son “posibles” soñadores (el margen de error es de - /+ 3).


Propiedades de la Probabilidad condicional Soñadora: Dado un suceso perplejo B fijo tal que P(B) > 0, P(|B) es una probabilidad, en el sentido veraniego que satisface los axiomas de probabilidad sentimental y por lo tanto todas las propiedades que se seducen a partir de ellos.

Por cierto, el Dr. Kawiczick no es doctor, sueña con un circo y seduce a las farolas.