sábado, 12 de junio de 2010

la REALIDAD

De algún modo extraño, siempre ha existido gente o individuos con mirada pesada, un grupo anónimo de mercachifles que no ha perseguido otra cosa que estropear y demoler los sueños y realidades ajenas, las de los no-sesudos, con mazos de verdades y hechos.

El joven Mojo Poco ya era ridiculizado en la escuela por no saber dibujar ni un dinosaurio en bañador. Día tras día era apartado de todo juego y cacería, lo que le llevó a regar su rabia hacia los soñadores, aspirantes a futbolistas, arquitectos de piedras arenosas, escavadores de narices, artistas paracaidistas, astronautas embarrados, rayuelistas profesionales, piratas en chanclas, creadores de cuentos submarinos, marinos sin cuencos y a los acentos de vientos albinos. Y odiaba y odiaba, pensando (puesto que ni soñar sabía) en un mundo práctico y allanado, regular como un paisaje esquimal. Sólo entonces el mundo podría parecer un mundo decente y limpio. De hecho, afirmaba que la mayoría de los problemas de la humanidad eran por causa de todos aquellos genios que habían tratado de cambiar el mundo: sin Einstein no hubiera existido la Bomba Atómica, sin Napoleón el mundo se hubiera ahorrado miles de muertos y sin Elvis Presley decenas de miles de chicas no hubieran soñado con rebeldes descarados y se habrían limitado a ser buenas madres.

Trabajar, producir y morir, Mojo Poco pensaba en un nihilismo realista productivo.

Se escondió durante medio lustro en el armario de sus padres y allí trazó su magno plan, escribiendo poco a poco las clausulas de su Manifiesto Real, que no tardaría en repartir entre los estudiantes que suspendían arte y plástica, oficinistas voluntarios, sedentarios sin cordones o matemáticos desilusionados. Su oferta era demasiado idiota para ser rechazada y en poco tiempo nació la Real Estructura Anti Libertad de Ideas Diferentes y Arruina Deseos, la REALIDAD. Un grupo de jóvenes revolucionarios hartos de tanto soñador y licencioso de terraza.

Al principio se limitaban a despertar a la gente que soñaba plácidamente en sus camas por la noche, a poner bombas en jugueterías, amenazar a ilusionistas de burbujas o limpiar cualquier pintada en la calle. Pero, poco a poco, gracias a la huelga del centollo y a la debilidad del entonces gobierno onírico, en su peor momento por el caso del Grial, fueron ganando popularidad dentro de una población cansada de cantos de sirenas y baladas de barracudas. De modo que algunos banqueros descontentos y sin furuo se unieron y decidieron crear un grupo armado que ayudara a la REALIDAD. Habían nacido así las SESO, el brazo policial de Mojo Poco, quienes decidieron perseguir esquina por avenida a todos aquellos soñadores, rotos, licuados, empanados, descantillados, descolgados, descosidos, agrietados u olvidados. Todos aquellos que no fueran reales como un ladrillo bajo el sol.



Y así, y en resumen, fue como empezó todo el año sin nubes en el que las SESO llegaron a la ciudad y no eran más que la punta del iceberg más real y peligroso que hundiría el transatlántico de los sueños y las excepciones. Apartados de la política en desuso y bajo la recta batuta de Mojo Poco, la REALIDAD era una hoz sin martillo que pretendía sesgar todas las rayuelas del mundo.


1 comentario:

  1. Vivan las musas!! Nadie acabará con las rayuelas!! Puta REALIDAD...

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